Que vuelva Dragon Ball

Las seis de la tarde. Hace unos años me habríais encontrado a estas horas sentado en la alfombra del comedor, a menos de un metro del televisor, esperando ansioso a que empezase Dragon Ball mientras devoraba un bocadillo de jamón serrano. En aquellos tiempos llegabas a casa y sabías lo que te ibas a encontrar: a Arale haciendo el cabra en la Villa del Pingüino (Vila del Pingüi), a los caballeros del zodiaco luchando por enesima vez contra algún guerrero con nombre de constelación o a Optimus Prime haciendo añicos el plan de los desepticons para gobernar el mundo. Alguno incluso recordará aquellos grandes episodios a la hora de la merienda en los que podías ver a Mazinger-Z, a Heidi o a Marco, el cual no se si encontró a su madre de una vez o se resignó a llamar "mama" a su mono. Eran tiempos mejores, más... limpios.



Hoy, los niños y no tan niños, llegan a sus casas, les ponen el bocadillo y se sientan a ver como la Obregón le mete la lengua hasta la campanilla a algún empresario adinerado, como Jezulíhn pone a parir a los periodistas o como la ex-legionaria se caga en la ascendencia y la descendencia del compañero de casa que no ha fregado. A esta amplia oferta infantil se añaden los reality shows tipo "el diario de su p... madre" donde los chavales pueden acercarse a los testimonios de vidas ejemplares de gentes analfabetas, chabacanas y ruines que venden gustosamente sus trapos sucios por un cheque de tres cifras. Entre toda esta cantidad de mierda, importada de USA, dicho sea de paso, aguantan otros espacios relativamente nuevos como los Lunnis o más veteranos como El Escarabajo Verde que dan un poco de aire fresco a la franja horaría de media tarde. Aunque son de elogiar las cadenas públicas por mantener estos oasis de inocencia tambien caen en el error de crear espacios demasiado centrados en un sector determinado del publico infantil dejando al margen al resto de la posible audiencia.



Seguro que muchos os acordareis de Goku y compañía. Después de darle lo suyo a Freezer, a Celula y al peculiar Buu, tuvo que verselas con su peor enemigo: las asociaciones de telespectadores. Y quien te lo iba a decir a ti ¿eh kakarot? Lo que no lograron aquellos monstruos lo consiguieron esos mierdas mojigatos. Los mismos que te acusaron de violento y de no transmitir "valores adecuados" a la chiquillería, despues se callaron, y consintieron que la televisión se llenase de matamoros, patiños y bermudeces. Yo me crié toda mi vida viendo Dragon Ball, Dr. Slum y, que narices, hasta Tom y Jerry. Aquello no era más que fantasía que los crios tomabamos como tal y que no nos hacía ningún daño. Ahora los crios se chupan todas las bajezas humanas posibles cada tarde frente al televisor y nadie hace nada por cambiar esta situación. ¡Que vuelva "dragon bol"!