Todo el mundo había oido hablar del accidente del Yakolev-42 en el que murieron 62 militares españoles. Parece que esta tragedia se debió a problemas técnicos del aparato, una autentica cafetera con alas. La responsabilidad política que debería haber aceptado el ministro de defensa debido al mal estado de la aeronave puede ser discutida e incluso desechada. Lo que no puede entrar en discusión y muchos menos desecharse es la responsabilidad, en mi opinión penal, en la que han incurrido los equipos españoles, o sus superiores, encargados de identificar los restos de los soldados muertos. Las identificaciones han resultado ser en un ciento por ciento falsas mientras que las realizadas por su parte por los equipos turcos han sido todas correctas. El Ministerio de Defensa tuvo a su cargo 30 cadaveres y las autoridades turcas 32. Como vemos no se trata de un problema de proporciónes. ¿Como es posible que los equipos españoles se hayan equivocado de manera tan absoluta? En mi opinión salta a la vista que se interpusieron intereses políticos por medio. Hubo gente que bien no hizo su trabajo o lo hizo deliberadamente mal. Estos hechos deberían bastar para que la jurisdicción competente adoptase las medidas necesarias e iniciase una investigación con vistas a aclarar las responsabilidades penales hasta sus últimas consecuencias.
Tema aparte merece la indemnización que deberían recibir las familias que hayan enterrado a los que creían ser sus seres queridos sin serlo. Basta ponerse en su piel por un momento para imaginar la rabía que tienen que estar sintiendo los familiares y amigos de los fallecidos. Esta burla a las familias y a los propios desaparecidos tiene que ser castigada por la justicia. Solo espero que desde los tribunales no se haga oidos sordos a las peticiones de las familias en pro de (una vez más) ruines intereses políticos.